Por qué comprar música y no casas

Por qué comprar música y no casas

En los últimos años, la compra de catálogos musicales se ha consolidado como una alternativa de inversión atractiva para fondos de inversión, editoras y personas interesadas en generar ingresos pasivos. Este fenómeno responde a diversos factores: (1) el cambio de un modelo de propiedad a uno basado en el consumo digital, (2) el crecimiento sostenido de las plataformas de suscripción y la entrada de nuevos competidores en múltiples mercados que diversifican la oferta y, a su vez, los ingresos para los propietarios de la música, (3) la visibilidad que ofrecen las redes sociales, y (4) la mejora significativa en los sistemas de recaudación de regalías, que disminuyen cada vez más los ingresos que se quedan sin cobrar.

 Ventajas frente a bienes raíces

Entre los principales beneficios de adquirir derechos musicales se encuentra la posibilidad de generar ingresos globales, estables y recurrentes con posibilidad de diversificación a través de licencias, incluyendo plataformas de streaming, sincronizaciones audiovisuales, publicidad, videojuegos, cine y series. A diferencia de los bienes raíces, la música es un activo más flexible ya que puede fraccionarse en derechos y monetizarse de múltiples formas. Además, la música no requiere mantenimiento recurrente y es una propiedad que no está expuesta a desastres naturales. Aún en tiempos de crisis, la música sigue siendo consumida y puede seguir generando ingresos durante décadas si se gestiona adecuadamente, incluso más allá del vencimiento del derecho de autor, mediante la creación de versiones derivadas y el establecimiento de estrategias para incrementar su relevancia y valor.

El contexto actual también respalda esta tendencia. Hoy día, el consumo global de música por streaming de catálogos antiguos supera al de música nueva. Esto demuestra que la música con trayectoria no solo conserva su valor, sino que lo aumenta al mantenerse culturalmente relevante.

Retos de la inversión musical

No obstante, la compra de música no está exenta de desafíos. A diferencia de una propiedad física, el valor de un catálogo depende de múltiples factores intangibles: (1) cambios tecnológicos, (2) variaciones en el comportamiento del consumidor, (3) fragmentación de la propiedad intelectual entre múltiples titulares, y (4) la necesidad constante de mantener viva la relevancia del repertorio. El sector editorial es un ecosistema especialmente complejo (en comparación con el sector discográfico), ya que en los últimos años hay más acceso a datos, se han diversificado las fuentes de ingreso que deben ser recolectadas con eficiencia, y la propiedad intelectual está cada vez más fragmentada debido a la participación de múltiples autores en una sola obra. Además, en los Estados Unidos, las regalías mecánicas y de ejecución pública están altamente reguladas, lo que limita la capacidad de las editoras para aumentar la compensación por el uso de las composiciones, especialmente en comparación con los derechos sobre grabaciones de sonido (“masters”), cuya regulación es mucho menos restrictiva. Sin embargo, en cuanto al valor relativo de los distintos tipos de derechos, la brecha entre las grabaciones de sonido y las composiciones se ha ido reduciendo, aunque los derechos sobre grabaciones siguen siendo, en muchos casos, más fáciles de licenciar.

 Gestión y sostenibilidad del catálogo

La administración de un catálogo exige una estrategia activa y requiere una gestión detallada de metadatos, seguimiento de derechos compartidos, monitoreo de múltiples plataformas y negociación constante de oportunidades de monetización para sostener el valor y la relevancia del catálogo. Plataformas como Netflix, YouTube o los videojuegos permiten dar nueva vida a obras existentes, facilitando su descubrimiento por nuevas audiencias y generaciones. En este contexto, también ha cobrado importancia la inclusión de derechos de imagen y semejanza (“NIL”) en los contratos, tanto para reforzar el valor y la explotación del catálogo, como para anticipar escenarios en los que la música se combine con tecnologías como inteligencia artificial o experiencias inmersivas.

 Motivaciones para vender

Desde el punto de vista de los propietarios, la decisión de vender un catálogo puede responder a diversas razones: (1) necesidad de liquidez inmediata, (2) deseo de diversificar ingresos y no depender exclusivamente de la música, o (3) planificación patrimonial. En ocasiones, la elección del comprador depende no solo del monto ofrecido, sino de si su perfil aporta únicamente respaldo financiero o también experiencia y visión musical que permitan aumentar el valor y la relevancia del catálogo. En el caso de artistas emergentes, la venta anticipada puede ser más compleja si no existe un historial sólido de ingresos; los compradores suelen analizar el rendimiento de al menos los últimos diez años antes de considerar una adquisición.


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En definitiva, comprar música puede ser una alternativa rentable y estratégica para quienes buscan ingresos sostenibles, menor exposición a riesgos físicos y participación en una industria cultural en constante evolución. Sin embargo, como toda inversión, requiere un análisis riguroso, conocimiento profundo del sector y una visión a largo plazo para mitigar los riesgos inherentes.

 

Este artículo fue escrito por Yira Santiago, abogada especialista en música y entretenimiento. Para más información, visita protegetumusicatv.com

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